Los autónomos pagan impuestos por su actividad económica a través del Impuesto de Actividades Económicas (IAE). Esteimpuesto se calcula en función del volumen de negocio que genere el autónomo al año. Aunque el tipo impositivo puede variar en función de la Comunidad Autónoma donde se encuentre domiciliada la empresa, su cuota mínima es de unos 300 euros anuales.
¿Qué es un autónomo?
Los autónomos son trabajadores por cuenta propia que realizan una actividad económica a título personal, sin estar vinculados a ninguna empresa. Deben inscribirse en la Seguridad Social como tal y cumplir con todos los requisitos que se les exige a los empresarios, como llevar una contabilidad o emitir facturas.
Por otro lado, los autónomos también deben hacer frente a ciertos impuestos específicos, como el Impuesto de Actividades Económicas (IAE) o el Impuesto sobre Sociedades (IS). A continuación, te detallamos qué impuestos debes pagar si eres autónomo.
¿Cuáles son los impuestos que paga un autónomo?
Los autónomos pagan varios impuestos, entre los que se encuentran el Impuesto de Sociedades, el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y el IVA.
¿Cómo se calcula el IRPF para un autónomo?
El impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) se calcula de manera diferente para los autónomos que para los asalariados.
Para los autónomos, el IRPF se calcula a partir del total de ingresos obtenidos en el ejercicio anterior, menos una serie de deducciones establecidas por ley (gastos deducibles). El resultado final es el «base imponible» sobre la que se aplica el tipo marginal correspondiente.
Los tipos marginales varían en función de la cantidad de ingresos obtenidos, siendo más altos a medida que éstos son mayores. La base imponible también se reduce en función de ciertos factores, como tener hijos a cargo o haber realizado inversiones en vivienda.
Una vez calculada la base imponible y aplicado el tipo marginal correspondiente, se obtiene el «impuesto a pagar». Sin embargo, este no es el importe final que tendrá que abonar el autónomo, ya que hay que descontarle las cuotas que haya pagado durante el año en concepto de Seguridad Social.
El resultado final es el «impuesto neto», que será la cantidad que tendrá que abonar el autónomo al Estado.
¿Qué beneficios fiscales tiene un autónomo?
Los beneficios fiscales para los autónomos son muy variados. En primer lugar, podemos mencionar la deducción por inversión en activos materiales. Esto significa que si el autónomo invierte en maquinaria, vehículos o locales comerciales, por ejemplo, podrá deducirse el importe de estas inversiones del total de ingresos a declarar.
Otro beneficio fiscal interesante para los autónomos es la posibilidad de obtener un crédito fiscal por los gastos en formación. Si el autónomo se inscribe en un curso o asiste a seminarios relacionados con su actividad profesional, podrá obtener un crédito fiscal del 50% de dichos gastos (hasta un máximo de 6.000 euros).
Asimismo, los autónomos pueden beneficiarse de una serie de exenciones fiscales relacionadas con el pago del Impuesto sobre Sociedades. Por ejemplo, las empresas que facturen menos de 300.000 euros al año no tienen obligación de presentar la Declaración de la Renta.
Finalmente, cabe destacar que los autónomos también pueden beneficiarse de una serie de bonificaciones fiscales en el Impuesto de Sociedades. Por ejemplo, las empresas que se dediquen a la investigación y desarrollo pueden obtener una bonificación del 50% en el pago del impuesto.